Nos gusta el cachondeo

 Nos gusta el cachondeo


Una palabra que no suele aprenderse en los cursos de español para extranjeros, pero que está muy presente en nuestra cultura e incluso en nuestra forma de ser es el "cachondeo", o en otra palabra más fácil para los estudiantes de la lengua y cultura hispánica: el humor.

Está claro que a los españoles (y a nuestros hermanos hispanoamericanos) nos gusta el humor. Podríamos decir que nos gusta mucho el humor. Podríamos decir que nos encanta el humor. Podríamos decir que es lo que más nos gusta.


GILA (pulse para ver vídeo)
Generaciones de españoles han disfrutado, sentados ante el televisor, de sus muchos y buenos humoristas. Todos tenemos nuestros favoritos, pero seguro que hemos soltado alguna carcajada ante 
Dani Rovira (pulse para ver vídeo)
Dani Rovira (pulse para ver vídeo)
 los históricos Gila, Eugenio o Paco Gandía. Los grandes dúos de Martes y Trece, el Dúo Sacapuntas, Faemino y Cansado, Tip y Coll, los hermanos Calatrava, Las Virtudes, Cruz y Raya o Los Morancos. A nivel individual la lista es larga: Pepe Viyuela, el recientemente fallecido Pedro Reyes, Paz Padilla, Mariano Mariano, el señor Barragán, el (grande) Chiquito de la Calzada, Pablo Carbonell, Ángel Garó, Arévalo, Javier Gurruchaga, Florentino Fernández, Eva Hache, Carlos Latre, Paco León, Buenafuente, Goyo Jiménez, Santi Rodríguez, Dani Mateo, Moncho Borrajo, Agustín Jiménez...y en este momento, Dani Rovira.


Chiquito de la Calzada
¿Hay humor en nuestro cine? Las películas de Berlanga (Bienvenido Mister Marshall, El Verdugo, La escopeta nacional...) los años de Pajares y Esteso, Paco Martínez Soria, Ozores, Lina Morgan, Tony Leblanc, Gracita Morales, Juanito Navarro, José Luis López Vázquez, el gran Alfredo Landa y compañía; las locuras almodovarianas de Mujeres al borde de un ataque de nervios, peliculones como Amanece que no es poco, Airbag o El milagro de P. Tinto.




 Los enredos de Al otro lado de la cama, Días de fútbol o Primos. El gran Álex de la Iglesia y sus La Comunidad, Crimen Ferpecto y, sobre todo, El día de la Bestia. Los Torrentes de Santiago Segura, que llenan las salas de cine españolas.

El género cómico está presente en nuestra literatura prácticamente desde siempre. Aparece en el Libro de Buen Amor, del Arcipreste de Hita. Lo tenemos en el Lazarillo de Tormes. Toda la obra de Francisco de Quevedo hace reír al lector. Está omnipresente en Don Quijote, por supuesto. En las comedias de Lope de Vega. En Larra, en Galdós y en Valle-Inclán. En el premio Nobel Camilo José Cela. En Eduardo Mendoza y en Arturo Pérez-Reverte. 


El humor del siglo XXI está, además, presente en otras muestras culturales: en los "memes" que circulan por nuestros whatsapps, en Facebook y en las numerosas frases ingeniosas que ofrecen los tuiteros más agudos.

Una de las características de las palabras es su funcionalidad: existen porque sirven para algo. Todos sabemos que los léxicos de diferentes lenguas no son paralelos, es decir, que no todas las palabras de una lengua tienen su equivalente en otra lengua. Los traductores e intérpretes tienen a menudo que lidiar con estas dificultades. Esto se debe a las diferentes realidades lingüísticas de cada cultura (por ejemplo, no se necesitan muchos nombres de pescados en el desierto del Sahara o de términos vitivinícolas en los países de población mayoritariamente musulmana) y a la propia mentalidad y visión del mundo que nos rodea. Por ejemplo, en náuhalt existe un término para nombrar los pelos de cuello (cocotzontli) que no existe en la mayoría de las lenguas indoeuropeas. El léxico español, por su parte, cuenta con numerosas palabras para designar lo que en inglés, por ejemplo, se engloba bajo el término joke. El vocabulario del español diferencia entre broma y chiste, y cuenta con numerosos sinónimos y palabras que añaden a las anteriores algún matiz de significado: burla, chanza, diversión, tontería, chacota, guasa, inocentada, novatada, mofa, befa, chunga, chirigota, chiste, bufonada, payasada, gansada, diversión, cuchufleta, candonga, caraba, carnavalada, chufla, pitorreo, coña, cachondeo... y muchas más en el lenguaje coloquial y vulgar. Esta profusión de términos no es casual: atiende, como en otros casos, a una realidad diferente, a una forma de entender el mundo. Lo dicho: nos gusta el cachondeo.